- Declarado de
Interés Educativo por el Ministerio de Educación, Ciencias y
Tecnología
-
Declarado de Interés por la Facultad de Medicina de la Universidad
de Buenos Aires
-
Declarado de Interés Social por la Legislatura de la Ciudad de
Buenos Aires
Buenos Aires, 20 de septiembre de 2007
Quiero
agradecer la invitación para dar esta charla en este encuentro
particular. Es un honor y un privilegio. Me siento complacido de la
invitación y especialmente agradecido a Germán, un devoto de Silo en
quién reconozco la encarnación de los ideales de un Bodhisattva, un
iluminado. Bodhisattva es
quien ha alcanzado un grado de renuncia tal que le permite vivir en
éxtasis, fuera de si mismo, y en servicio permanente a los otros
obteniendo completa satisfacción y salud al hacerlo.
Muchos
viven sirviendo a los otros, esposos entre si, padres a hijos,
empleados y aun hoy, a pesar de las luchas contra las desigualdades,
muchos sirven desde el lugar de la esclavitud, pero pocos obtienen
placer y felicidad en este servicio.
Un
buda es quien elige renunciar a sus propios intereses en pos de los
intereses del conjunto y en este instante me encuentro rodeado de
personas que observan este estilo de vida. Razón por la que, como
dije, es un honor y un placer inmenso exponer frente a ustedes mi
visión del tantra.
Alguien del auditorio le pidió a mi amante compañera en este camino
no ser filmado. Claro él está por participar de una conferencia
sobre tantra. Es un pecado. El debe comprender que es una blasfemia
acercarse a un sacerdote y preguntarle como darle inmenso placer a
su pareja.
Seguramente nuestro anónimo oyente sabrá que la mayoría de las
personas se acercan a nosotros para poder darle un grado mayor de
satisfacción de sus parejas sexuales y sabrá también que con las
técnicas del tantra se logra ese fin. Lejos de ser innoble o inmoral
esta búsqueda es, al menos para mí, la más noble de las intenciones.
Quien decide postergar su propio placer en pos del placer del otro
es un verdadero buda.
Quien renuncia a
parte de su tiempo para hacer feliz a su pareja, pudiendo obtener
placer y provecho en sólo siete minutos, es alguien que puede
también servir a su vecino y ser feliz al hacerlo.
Seguramente un psicólogo podrá ver en la actitud de quién renuncia a
su propio placer en función del placer del otro a un paciente que,
en virtud de algún trauma, tiene dificultad en buscar su propio
beneficio. Pues a mi me gusta rodearme de personas con tal
“discapacidad” y mostrarle como se puede obtener la completa
realización a partir de esa “dificultad” y constituirse como
personas felices manteniendo esa actitud.
Y para
comenzar a exponer mi visión diré que entre otras cosas el tantra es
una excusa o un sustituto de ese “trauma” que les posibilita a las
personas que inician el camino tántrico una experiencia que los
instala en el lugar de alguien que es capaz de permanecer horas en
éxtasis, adorando y dando placer a su pareja, su familia, sus
amigos. Y, como dije, siendo plenamente feliz.
Quiero
adelantarles también que si bien la práctica del tantra permite
controlar funciones genitales y potenciar la salud sexual de las
personas, la actividad sexual no es la práctica del tantra.
Con la técnica se puede tener buen sexo, pero el buen sexo no es la
técnica, el buen sexo es uno de las consecuencias de la práctica.
El
tantra es un sistema filosófico que nació en la India y floreció en
el Tibet en el siglo VIII de esta era. Si bien mediática y
popularmente se lo ha asociado sólo con algunos beneficios
sexuales-genitales, es mucho más que eso: aporta un reentrenamiento
mental que posibilita aumentar la capacidad de gozo y el enfoque,
adquirir el control consciente de las emociones, desarrollar la
seguridad y la autoestima, vivir y dormir sin tensiones ni estrés;
en otras palabras, llevar una vida plena, consciente, coherente y
feliz.
El
tantra es una de las tradiciones tibetanas más profundas y
esotéricas, esto es, la más reservada y desarrollada de todas las
enseñanzas de Buda. Los conceptos fundamentales y las técnicas
desarrolladas a partir de estos conceptos son sumamente sencillas
y es precisamente esa sencillez lo que permite internalizarlas
rápidamente y ponerlas en práctica de manera verdaderamente eficaz.
Tal
como nos enseñan las tradiciones tibetanas, Buda, que formaba parte
de la casta superior de la India, cuando vio la pobreza, la
esclavitud y el sufrimiento en el que vivían las personas de casta
inferior, se dedicó a encontrar la forma de que el pueblo, oprimido
y sojuzgado, pudiera encontrar un camino de felicidad y realización.
Es decir, no la liberación del “alma” sino la liberación del
sufrimiento, la ignorancia y las cadenas de la superstición.
Recurrió primero al intento de lograr la completa anulación del
deseo, ya que creyó encontrar en él la causa de la
infelicidad, hasta que se iluminó cuando una muchacha le acercó un
plato de arroz y comprendió que el primer paso para que el pueblo
saliera del sufrimiento era que tuviera alimento en sus estómagos.
Comenzó a pelear, en una pelea interna, con los dioses que
determinaban las condiciones sociales (los vedas) y que establecían
un yugo (dharma, ley) demasiado rígido para unos (los
parias) y benévolo para otros (los brahmanes) y que obligaba a los
primeros a la repetición constante de sus propias vidas y la de sus
hijos inmersos en esa condición de privaciones y servilismo
(reencarnación) y que aseguraba a los segundos, mediante esta ley de
reencarnación, la continuidad de su poder y el de sus descendientes.
Buda resolvió rápidamente esta pelea con la destrucción de los
dioses y el hallazgo en su interior de una deidad más clara, la
propia naturaleza profunda de su mente, como único dios, y destruyó
al resto conceptualizándolos como fantasmas de la cultura utilizados
para esclavizar a la gran masa del pueblo.
Encontró, se encontró, con que los dioses sólo son producto de su
propia mente y, por lo tanto, metáforas, del mismo modo que se
constituyen en sus conceptualizaciones las leyes de estos dioses
como metáfora también. Es decir: Los dioses son metáfora por lo
tanto las leyes que ellos dan son metáforas también.
Por lo
tanto, con los dioses y la reencarnación como metáforas,
Buda encuentra el camino perfecto para lograr la liberación al
entender a todos los seres sintientes como iguales. Iguales en el
preciso instante de nacer y sin privilegios de unos sobre otros
sustentados en haber nacido dentro de una u otra casta o clase
social.
Comprende también que las diferencias no se sustentan en el destino
sino que se sustentan en el potencial de la cultura para realizar la
tarea creadora de lo que llamamos hombre. Libre o esclavo es sólo
cuestión de la cultura en la que se desarrolla el individuo, de modo
que estableció un camino gradual de liberación.
Primero, al no estar el individuo sujeto al yugo de los dioses o al
destino que contenía a los desposeídos, Buda desarrolló un nuevo
yugo (dharma, ley) basado en una serie de prácticas
espirituales tendientes a inculcar y desarrollar valores positivos
para el desarrollo armónico de la sociedad (a esto se lo conoce como
dharma), y luego, basado en la compasión por todos los seres
sintientes como fuente de salud, ya que el odio y la codicia
representan fuente de enfermedad e infelicidad, construye como
ilusorio (maya) el yo y le da estatus de deidad al individuo
liberándolo así de toda superstición e ignorancia y fue
desarrollando lo que conocemos como tantra.
Observen ahora la razón, de la posteridad, para ocultar estas
enseñanzas a los ojos del pueblo o de personas o personalidades no
sujetas voluntariamente a la ley. Verán acá la importancia de la
leyenda citada y repetida por todos mis antecesores... "Buda
enseñaba el dharma a la gente para lograr que fueran felices y
encontraran un camino de realización dentro de la ley hasta que un
rey le pidió una técnica para gobernar con justicia, gobernarse a si
mismo y, a él, le dio el tantra". Claro el rey es la ley, el rey no
necesita un yugo, el rey impone el yugo, la ley, el dharma.
Buda
enseñaba un nuevo orden social, una nueva ley (dharma) que proponía
al pueblo vivir de manera compasiva sencillamente para obtener salud
más allá de todo temor hasta que se le presenta un rey y le dice que
él no necesita una ley, que la ley es él. Que lo que él necesita es
una técnica que le permita gobernar con justicia. Es decir
gobernarse, gobernar sus propias emociones para actuar libre de
ellas, de sus propias necesidades y pasiones. Entonces buda ofrece
su último acto de iluminación que es enseñar la realidad de cómo
contener a un pueblo para llevarlo a la realización. No como
sojuzgar a un pueblo para mantenerlo en la reencarnación constante
en las clases bajas, en el servilismo y la repetición constante de
su propia esclavitud.
Emancipar a las personas y llevarlos, en algunos casos, al estatus
de rey. Dentro de este orden social, siendo iguales, todos tienen la
posibilidad de ser rey. Vean aquí los albores de la igualdad social.
En éste nuevo dharma, (ley) las personas, todas, se sujetan
voluntariamente a la ley no ya por temor a los dioses.
Es en
ese momento que Buda ofrece la última liberación: el tantra. Pocas
ideas simples. Somos todos iguales al momento de nacer, por lo tanto
somos nada. Los dioses y la rueda de la reencarnación se constituyen
como una metáfora, como un fenómeno, no como una realidad, de modo
que la salida de esa rueda es posible. Es posible no repetir
sufrimientos ni errores.
Si yo
al nacer soy la reencarnación de alguien, puedo ser diferente de
vos, pero como somos iguales en el preciso instante de nacer no soy
la reencarnación de nadie. Encuentra Buda que al momento de nacer
estamos vacíos y, en esa vacuidad, se construye el ser en la
cultura.
Digo, al momento de nacer somos iguales y es la última vez que lo somos.
luego al instante siguiente alguien llega desde la villa 31 a
presidente y otro permanecerá allí en función de las opciones que
tome de la cultura.
Buda
encuentra la intangibilidad del yo y lo configura en sus conceptos
como una ilusión (maya), por lo tanto, encuentra una forma de
pensamiento no dual, un espacio de vacuidad, esto es, un espacio
libre de conceptos duales y de naturaleza discursiva. Un espacio
donde a priori todo es posible. Y, como dije, basado en la idea de
la compasión y el servicio a la cultura como creadora del hombre
crea un yugo para estas personas liberadas apelando no ya al temor
de los dioses sino al buen criterio de ellos, como verdaderos dioses
con poderes sobrenaturales y responsables de ese poder.
Un
dios es alguien que tiene poderes sobrenaturales ¿verdad?, alguien
que puede modificar la naturaleza. ¿Quién si no el hombre puede
modificar la naturaleza? ¿Quién está destruyendo Amazonia? ¿Quién
devastó a Irak?. Esos son dioses, nosotros somos dioses, cada uno de
ustedes puede, de hecho lo hacen, modificar el entorno y hasta sus
propias naturalezas utilizando las herramientas del tantra.
En los
mitos, los dioses míticos pueden descargar contra los hombres rayos y
truenos o enviar langostas. Preguntémosle a Sadám si fueron las
langostas, si fueron truenos y rayos los que cayeron sobre la cuna
de la civilización.
Del
mismo modo que durante el período oscuro de la Edad Media en
Occidente hubo brillantes iluminados que comenzaron a desarrollar un
tipo diferente de conocimiento no mágico, de conocimiento científico
y que fueron acusados de herejes y a quienes se les adosaron todo
tipo de rituales macabros, conjuros diabólicos y ritos de sangre,
sexo y lujuria para quedarse con su dinero como lo hicieron con la
orden del temple. -Rituales que tuvieron que reconocer como
verdaderos aunque no lo eran tan solo para evitar que continuaran
infringiéndoles suplicios intolerables-. Y
con los años
aparecieron personas a las que estos rituales inventados por el
oscurantismo religioso –estas declaraciones testimoniales hechas
decir con tortura- les parecieron ciertos, y a la vez seductores, y
comenzaron a ponerlos en práctica y a desarrollar órdenes o
instituciones donde se enseñaban estos falsos rituales que hasta el
día de hoy algunos las practican creyendo que son antiguas y
verdaderas sabidurías satánicas ocultas. Es decir, tomaron la
leyenda de Fausto y la hicieron realidad. Con el tantra se hizo lo
mismo. Se produjo esa demonización.
A fines del siglo XIX se introduce en Occidente el conocimiento del
tantra. Un conocimiento que proviene del budismo y, por ser el
budismo una filosofía, es decir, una ley que establece que los
dioses son una ilusión de nuestra propia mente, fue sistemáticamente
atacado por la cola del dragón oscuro adosándole, tal como a los
templarios, toda clase de falsos rituales de sexo, lujuria y
desenfreno.
De la misma manera que los falsos rituales satánicos creados por la
iglesia para destruir a los templarios y a quien se atreviera a
pensar por sí mismo, fueron tomados luego por parte de la sociedad
victoriana para justificar su desenfreno, el tantra fue tomado por
los posmodernos y superficiales hedonistas para justificar su propia
impotencia frente a un deseo que no supieron o quisieron encauzar.
Con el tiempo, y también a partir de falsos rituales adosados al
tantra por el oscurantismo religioso (vedico en la india y bíblico
en occidente), se fue desarrollando lo que en la actualidad se
conoce como neotantra, que es la interpretación literal y subjetiva
de textos absolutamente metafóricos y herméticos por parte de
quienes no han desarrollado la suficiente capacidad de pensamiento
abstracto y de sustitución (la metáfora) y que eligen la vía mística
como forma de conocimiento sencillo.
La
vía del conocimiento místico corresponde a una edad en la cual el
pensamiento conceptual todavía no alcanzó su completo desarrollo,
una edad en que la atención no cayó completamente en el gobierno
consciente y el pensamiento onírico invade la razón impidiendo el
pensamiento claro. Es decir un período en el cual gobiernan todavía
las emociones.
Para
aclarar este suceso voy a exponer alguna de mis ideas sobre un texto tántrico del
siglo VIII de la era cristiana: el "Kularnava Tantra" o rito de las
cinco cosas prohibidas y luego citar un fragmento del mismo.
El
tantra propone una vía de realización a través de la cual las
personan van cultivando su espíritu, van desarrollándolo, van
desarrollando experiencias que le permitan desmecanizar sus
actitudes, sus conductas, haciéndolas conscientes, que dejen de ser
leyes impuestas por la cultura, por el entorno, de manera automática
para caer bajo la orbita de la consciencia, del yo, y poder decidir
sus conductas no de modo impulsivo, como una eyaculación emocional
precoz, sino poder decidir cuando y como actuar de manera adecuada
con cada oportunidad que se le presente. Saber que hacer en cada
momento y lugar y hacerlo.
Para
modificar los mecanismos conductuales instalados a modo de leyes
internas el tantra establece dos formas. Una, la vía cognitiva, la
meditación. Mediante una pareja tántrica un individuo puede explorar
sus propias leyes internas y modificar las que le impidan la plena
realización. Y otra, una vía conductista, que le permite al seguidor
del camino tántrico explorar mediante juegos (lila) las leyes de su
propia conducta que lo limitan en algún punto en su personal
desarrollo o no lograron liberarlas para potenciarlos en su
crecimiento y romperlas (las primeras) mediante ciertos ritos o
fortalecerlas (las segundas) mediante ciertas practicas espirituales
laicas mediante la guía de un maestro y por el respeto que de él se
tenga.
Para el
tantra, como dije, las conductas humanas son leyes y si en algún
punto del crecimiento de una persona alguna de estas leyes lo
limita, con el estímulo, y a pedido de su maestro debe romperlas. Y,
como una sintomatología no puede dejar de hacerse sencillamente por
la voluntad de la conciencia, debe quebrar una ley sustituta, un
reemplazo de esa ley.
Así en
el Kularnava Tantra se establece que el candidato a iniciarse tiene
que realizar un rito por el cual debe quebrar cinco leyes (Que no
son leyes civiles, religiosas, éticas, estéticas ni cualquier
convención u ordenamiento jurídico o social). Estas leyes son: Tomar
vino, comer carne, pescado, cereales y adorar a una mujer. -En
sánscrito vino carne, pescado, cereal y mujer comienzan con la letra
M por esto se lo conoce como rito de las cinco emes-.
Y, tal
como dije, al no poder quebrarse con facilidad una conducta
patológica lo que debe quebrarse es un reemplazo. Ejemplo: el vino
por leche de coco y la mujer por una flor. Esta es la esencia del
Kularnava Tantra y del rito de las cinco cosas prohibidas o cinco
emes.
Así este texto de
Pandit, el Kularnava Tantra, en el capítulo IV de la traducción de Govinda de editorial
Eyras dice: "Y la mujer
(Scto. maithuna) la quinta eme, que debe atenderse
no es otra que la Shakti (diosa) interna, que permanece
dormida en el animal humano normal y está despierta en el seguidor
del camino Kula. Esta es la Shakti a la que se debe servir y
asistir. El auténtico maithuna, la quinta "eme", es el flujo
impetuoso de Dicha que sigue al encuentro de esta Pareja Divina, la
Suprema Shakti con el Ser Supremo, el Señor que espera arriba.
Cualquier otra cosa no es más que copulación".
Es decir, la quinta eme, no es otra cosa que la adoración, y la
incorporación para si, por parte del practicante de los aspectos
conductuales que la sociedad tiene reservado para el género
diferente al propio. Esto es que el practicante, si es hombre, debe
adorar su propia feminidad, su propia mujer interna. Exaltar los
valores de su propia femineidad que puedan serle útiles en el
sendero de su propia realización.
Aquí vemos otro avance de la humanidad hacia el equilibrio de
géneros y avanzamos
en el camino del
tantra por más derechos
civiles y contra toda forma de discriminación.
Seguramente cuando en nuestros líderes hombres se potencie su propia
femineidad irán abandonando el camino de la destrucción y la
violencia y tomarán más firmemente el camino de la seducción y la
creación. En vez de la muerte y la violencia optarán por la vida y
el amor.
Sin embargo en el prólogo del Kularnava Tantra, el prologador, que no debe
haberlo leído con detenimiento escribe en la página 10, al término
del segundo párrafo, en lugar de cinco cosas prohibidas “cinco
cosas malas” y en la página 13 escribe: “y la práctica del
acto sexual (denominada maithuna
y que exige control sobre los pensamientos, la respiración y el
semen) es todo un ceremonial místico-esotérico que pretende la
creación de determinadas actitudes internas supramentales, el
desencadenamiento de determinadas potencias energéticas…”
Luego,
la gente que sólo lee los prólogos de los libros y cree entender el
todo por una parte, publica a su vez otros libros o páginas web,
donde se repite una y otra vez que maithuna es un ritual
donde se tiene sexo lento y con comida de por medio.
Del
mismo modo quienes necesitan justificar sus acciones, encontrar
excusas “nobles” para actos que de otro modo considerarían innobles,
comenzaron a practicar un supuesto “sexo sagrado tántrico”.
Obviamente una careta para su propia careta que, lejos de llevarlos
a la plenitud, los lleva a un alejamiento mucho mayor de si mismos.
Visto
que es el tantra, quiero exponerles la epistemología tántrica ya que
de eso se trata. El tantra, más que una suma de ciertos
conocimientos, es una forma de conocimiento del que se
desarrollaron, y desarrollé con los años, ciertas técnicas de
aplicación clínica.
El
tantra es una forma de acceder al conocimiento que se comienza a
desarrollar en el siglo X DC a partir de los conceptos atribuidos a
buda en su búsqueda de la iluminación. La iluminación para Buda es
el concepto de verdad común, la verdad que ven los ojos. Pero no la
verdad que ven mis ojos sino la verdad que vemos todos. La
verdad que podemos compartir.
Tantra
es entretejer, eso significa la palabra tantra (acción de
entretejer), entretejernos en una verdad compartida integrando las
parcialidades que cada uno puede ver desde su propia perspectiva sin
ningún tipo de discriminación de ideas, formas o estilos de vida,
dejando fuera sólo lo que todos estemos dispuestos a dejar fuera y
lo establezcamos fehacientemente en nuestras respectivas
constituciones y leyes penales y civiles.
Fritjof
Capra, en la página 14 de su libro “El tao de la física” desarrolla
este concepto de iluminación del budismo de la siguiente manera: "El
primer punto del óctuple camino -normas del Buda para lograr la
autorrealización- es bien ver, seguido de bien saber”. Y
cita a D.T. Suzuki quien escribe: “En la epistemología budista el
ver juega un papel muy importante, pues constituye la base del
saber. Sin ver es imposible saber; todo conocimiento tiene su origen
en la visión. Por ello saber y ver se suelen encontrar unidos en la
enseñanza del Buda. Por consiguiente, la filosofía budista indica
ver la realidad tal como es. Ver es experimentar la iluminación”.
Muy
parecido es este punto de partida al que se tenía en las escuelas
pitagóricas para iniciar en el conocimiento a sus alumnos. Para
admitirlo se exponía al candidato a una imagen conteniendo tres
puntos y se le preguntaba que veía en esa imagen. Sólo eran
admitidos quienes respondieran sencillamente “tres puntos”. Esto es,
se admitían a quienes pudieran separar la verdad de sus propias
conjeturas personales.
Este es
el punto de partida budista. Las cosas son. No son lo que yo creo
que son. Occidente tiene un punto de partida diferente y ese fue el
principal obstáculo de la epistemología cartesiana. La epistemología
occidental parte del supuesto indemostrable que somos algo, que
somos hijos de dios, que somos cuerpo y alma, y eso no se discute al
punto que aun hoy el psicólogo no se forma dentro de la facultad de
medicina tal como el enfermero, el radiólogo u odontólogo -Quien
estudia la psique (el alma) debe hacerlo en un edificio diferente de
quien estudia el cuerpo. Una cosa es el cuerpo y otra el alma-.
Y desde
este punto de partida, de entender que las cosas son –no lo que yo
creo que son- y de esta negación de la existencia a priori del ser,
Siddharta Gautama (Buda) descubre y dice:
“No creas en nada,
simplemente porque te lo han dicho o porque es tradicional. No le
creas a tu maestro simplemente por respeto. Pero si de alguna forma,
por medio de un examen, encuentras que es uno que lleva al bienestar
y felicidad de todas las criaturas, entonces sigue ese camino como
la luna sigue el camino de las estrellas.”
“No hay condiciones
permanentes;
No hay condiciones
confiables;
Nada es sí mismo.”
Y desde ahí Buda
encuentra que:
“Somos lo
que pensamos. Todo lo que somos se origina en nuestros pensamientos.
Con nuestros pensamientos, hacemos el mundo.” Siddharta Gautama (Buda).
Como
se ve, la comprensión del hombre es de naturaleza no dual. Si somos
iguales (que es el primer esbozo de socialismo) es porque al nacer
somos nada. Es decir, el fenómeno "alma", carente de existencia
real, no es otra cosa que un yo ilusorio que emerge desde un lugar
más profundo dentro de nosotros y que se construyó en el discurso de
la cultura.
En este sentido,
resulta absurdo ver como, mientras la ciencia, la filosofía y hasta
las grandes religiones se acercan a este concepto, (la división del
sujeto entre Kama y Dharma, el deseo y la ley, entre una consciencia
ilusoria o Yo y un sistema de pensamiento más profundo y autónomo
del yo, -el pensamiento profundo del que habla Nietzche-), la new age, las "terapias alternativas”, insisten en una
división entre cuerpo y alma carente de sentido hoy.
Desde esta forma de
entender al hombre y de la observación (meditación) de cómo funciona
la mente y la atención, el tantra ofrece herramientas para lograr
reunificar los dos lenguajes presentes en el individuo: el
pensamiento conceptual del yo y el pensamiento global o involuntario
de la naturaleza profunda de la mente (emocional para Daniel Goleman)
y para poder, a su vez, controlar las emociones -Es decir, a la luz
de los avances de la ciencia experimental más avanzada, las
proteínas peptídicas que segrega el hipotálamo-.
Cuando me inicié en
la práctica del tantra se me pidió que delante de mi maestro actuara
temor y respeto aunque no lo sintiera. Esto es entrenarse en el
control emocional, que no es represión emocional.
Si liberamos nuestras
emociones y las encauzamos desde la consciencia no existirían las
violaciones realizadas por quienes son sometidos a represión
sexual, tal como se da entre los sacerdotes protegidos por Ratzinger,
ni tanta agresividad producto de la ira y el enojo contenido.
Cuando se controla
voluntariamente la producción de las emociones que necesitamos en
cada momento y lugar podemos producir proteínas peptídicas
(emociones) que nos permitan experimentarnos plenos y satisfechos y
construimos por lo tanto un mundo pleno y satisfecho.
Dijo SS el XIV Dalai
Lama después de ver los resultados arrojados por investigaciones
realizada con un tomógrafo en el cerebro de un monje budista
tántrico que él tenía razón al intentar ser cada vez más compasivo,
dijo que le convenía serlo por su propia salud. (Estas
investigaciones demostraron que en la meditación de apertura, al
meditar y desarrollar la compasión se obtenía un grado mucho mayor
de salud).
Por esto, desde
nuestra fundación intentamos promover el cultivo de emociones
positivas en términos de salud y en términos de conveniencia
personal, como forma de realizar atención primaria en salud. Es
decir promover salud y no luchar contra las enfermedades una vez
instaladas.
Los resultados de
estos experimentos pueden leerse en el libro de Daniel Goleman
“Emociones destructivas” donde cita que las investigaciones
realizadas por un grupo de neurocientíficos demuestran que la
meditación tántrica de enfoque en un punto y la de apertura
(compasión) modifican la estructura del cerebro y producen
resultados en la capacidad de experimentar felicidad y salud
general.
La compasión, el
grado de compasión y éxtasis, es proporcional al grado de salud de
quien lo desarrolla y practica. Al respecto quiero
citar un párrafo del mencionado libro de Goleman:
"Es posible cultivar
la felicidad porque la estructura misma de nuestro cerebro también
puede ser modificada –dijo Davidson al Dalai Lama. Y los resultados
de la moderna neurociencia nos invitan a seguir experimentando con
otros sujetos adecuadamente entrenados para poder investigar con más
detenimiento todos estos cambios. Hoy en día disponemos de métodos
que muestran los cambios que provocan en el cerebro este tipo de
prácticas y también, en consecuencia, podemos poner de relieve el
modo más adecuado de mejorar nuestra salud física y mental". ---Daniel Goleman,
“Emociones destructivas”, página 24.
La práctica del
budismo tántrico se encamina a lograr la calma mental y es en esta
calma en donde aparecen la claridad del pensamiento y la felicidad,
y la posibilidad de estar libre de emociones permite no proyectar en
los otros las propias. Así, si yo siento paz, es paz lo que voy a
proyectar en los que me rodean; por el contrario, si es violencia lo
que me habita es eso lo que proyectaré en los demás y mis actos se
regirán por esa violencia.
Es por
esto que propongo trabajar por la paz. Del mismo modo que quienes
aquí estamos, en esta mesa, estamos convocados a trabajar por la
salud y no contra la enfermedad me permito invitarlos a trabajar por
la paz y no contra la violencia.
En
Occidente, quizá porque la duda sobre lo que somos fue resuelta
rápidamente (somos hijos de dios, un alma encerrada en un cuerpo) y
tomada como punto de partida sin cuestionamientos para la filosofía,
especulamos o sobre las potencias de ese alma o sobre el poder de la
materia.
Occidente no pudo conquistar ese fenómeno llamado alma, -claro es
sólo una apariencia, ¿cómo se puede conquistar una apariencia?- no
pudo ver con claridad la fuerza del deseo y como encauzarlo y sí
pudo conquistar las fuerzas de la naturaleza, domarla y llevar la
realización material a gloriosos extremos conservando una noción a
priori de sujeto dividido entre cuerpo y alma dejando que los
teólogos se ocuparan de esta última.
Generación tras generación, con excepción del Tibet, la ciencia del
mundo estuvo subordinada a la maquinaria bélica y de conquista
mientras que en el Tibet, sin la necesidad de desarrollar tecnología
bélica, con siglos por delante y por detrás de estabilidad
teocrática, se ocuparon de desmenuzar la mente y los procesos
mentales.
Partiendo de la mencionada noción epistemológica, más rigurosa que
la cartesiana, de
que las cosas son, no lo que yo creo que son. Y viendo que el hombre
no es, que es una realización post-parto, alcanzaron una noción de
sujeto también dividido, pero no entre cuerpo y alma sino entre
kama (deseo) y dharma (ley), esto es, entre el deseo y
la ley.
Siguiendo las directivas budistas, el irrenunciable sometimiento a
la Ley, al dharma, comenzaron a experimentar con lo que sí
podían, con el deseo, y encontraron técnicas para enfocarlo,
acrecentarlo, direccionarlo, como una poderosa herramienta de
realización.
Occidente logró conquistas en el terreno del conocimiento que
superan las tradiciones tibetanas. Se descubrió cómo hacer uso de
las enormes fuerzas presentes en un átomo al tiempo que el Tibet
descubrió cómo hacer uso de la enorme fuerza del pensamiento. El
manejo de esta enorme fuerza, de la energía del deseo, es el
objetivo de las prácticas tántricas. Y, tal como lo dijera SS el XIV
Dalai Lama la forma de enfocarlo en un punto.
Cuando se logra esto. Enfocarse en un punto, acceder a la
realización de nuestro deseo es sencillo. Y podemos entender
fácilmente el concepto que expresara Heideguer al decir que un
corazón puro es aquel que desea una sola cosa.
Mientras no nos acerquemos a la visión tántrica, mientras no
abandonemos la idea de la división aparente de nosotros mismos en
cuerpo y alma, mientras no encontremos dentro de nosotros esa
poderosa fuerza que es el deseo, seguiremos fragmentados e inmersos
en una realidad que no podremos manejar. Andaremos como títeres
manipulados por fuerzas emocionales que nos son desconocidas.
La
práctica del tantra nos permite encauzar esa fuerza y controlar las
fuerzas mentales y emocionales propias para transformar nuestras
vidas y así alcanzar un estado de plenitud, de libertad, es decir,
la autorrealización.
Aquí
se constituye el tantra como un culto. Verán que el tantra en algún
punto es también una creencia. Es la creencia en la no
autoexistencia de los dioses. Es la creencia en la inexistencia del
yo como algo fijo, inmutable, y existente por si. Es la creencia en
un mecanismo que nos gobierna desde un lugar que el yo desconoce
pero que es propio del ser. El tantra es la creencia en la no
dualidad de ese ser.
Y
verán también que esta creencia dio y da lugar a ciertas practicas
espirituales tendientes a religar (religión) esa consciencia
ilusoria con su propia naturaleza profunda y lograr que ella
accione acorde a los quereres presentes del yo.
Los
conceptos tántricos mencionados hasta aquí también constituyeron
prácticas espirituales tendientes a ligarse con los otros en un
tejido social más fraterno y solidario para promover mayor salud
individual y colectiva en el servicio a la sociedad en la que
reconocemos, en definitiva, a nuestro hacedor -no soy hijo de dios,
soy hijo de la cultura-.
La creencia en
un dios
creador es una creencia que puede dar lugar al establecimiento de un
culto en servicio de ese padre por parte de quienes tienen esa
creencia en común y se reconocen hijos de él.
La no creencia en dios
es también una creencia y desde esta creencia un practicante de
tantra debe rendir culto en primer lugar a su diosa madre, la
cultura. La creencia en ser una inscripción de la cultura, el deseo
de un dios llamado el otro impone al practicante de tantra la
obligación de servir (rendir culto) y atender las necesidades de ese
dios llamado el otro renunciando a su propio beneficio en favor de
quién reconoce como su creador.
Tal
como expresa SS el XIV Dalai Lama, las religiones occidentales
aportaron mucho en el desarrollo de las artes y las ciencias de los
pueblos en donde ejercían su influencia. El budismo ofrece la
capacidad de enfocarse en un punto. Este beneficio es el que
intentamos expandir en nuestro entorno al vivir nuestro ser
tántrico, nuestra particular espiritualidad laica, según los
principios de esta forma de conocimiento y con las prácticas que
hasta el presente se desarrollaron
Entendemos que de extenderse estos conceptos y prácticas basadas en
la compasión, el estricto cumplimiento de las leyes locales, la
meditación, la renuncia y el enfoque del deseo como forma de
liberación del sufrimiento, se establecerán con más firmeza valores
humanos positivos y se contribuye al fortalecimiento de un tejido
social cada vez más saludable. Muchas gracias por escucharme.
Oscar R. Gómez(Osy)
Presidente Fundación MenteClara